miércoles, octubre 27, 2010

Semana 3 - El caos de Varsovia

Todo el mundo me decía que no le gustaba Varsovia, pero aun y así tenía muchas ganas de ir. Pero después de 5 días en Varsovia entiendo porque decían eso. Con la 2a guerra mundial todo el centro histórico fue completamente destruido. Y aunque lo hayan querido reconstruir igual, se nota que a penas tienen 40 anos los edificios. A más en el solo transitan turistas entre las calles llenas de tiendas para turistas y restaurantes para turistas. Después, tiene estas grandes avenidas con edificios monumentales y estatuas enormes de trabajadores, que hicieron los rusos.
En mi opinión el centro histórico no esta integrado en la ciudad, ni con los varsovianos, es como una casita de muñecas pero de turistas. Y en el resto de la ciudad aunque tiene muchos transportes y dicen que funciona bien, yo cada día perdía una hora buscando en las galerías subterráneas de las glorietas cual era la salida a la parada de autobús o tranvía que llevaba al bus que quería tomar. Es una ciudad enorme, con mucha mucha gente y todo esto debe ser lo que hace que sea una ciudad muy individualista.

Pero a pesar de todo, también tiene muchas cosas que uno no se puede perder, como el Museo Nacional de Arte o el barrio de Praga, es uno de los mas peligrosos, especialmente de noche. Aun y estar pegado al centro, históricamente siempre ha vivido gente pobre y continua siendo así aunque los yuppies varsovianos hayan montado galerías de arte en antiguas fabricas o almacenes y aunque hayan montado bares y cafeterías de diseño. Es increíble el contraste que hay al salir de una de estas cafeterías de papel pintado en las paredes, sofás rojos y parquet envuelta en música de Tracy Chapman y en la calle te cruzas con un borrachos o vagabundo cada metro cuadrado.
Pero de todo lo que tiene, lo que envidian los cracovianos de Varsovia son los parques, como el Lazienki Park. Son enormes y algunos no están muy lejos del centro.

En Varsovia me encontré con Karolina, una chica polaca que había conocido en Madrid a través de una amiga. Como ya creo poder constatar, ella y un tercio de los jóvenes polacos han hecho, están haciendo o van a hacer un Erasmus en alguna ciudad española, e incluso hablan un poco de castellano. Ella me llevo a la Biblioteca universitaria, construida hace poco. Toda la estructura de hierro está a la vista y pintada en color verde césped. Desde el jardín del tejado hay ventanas donde se ve el interior, lleno de estudiantes estudiando. En la planta de abajo hay algunas cafeterías modernas, donde comimos. Aunque tengo que aprender a dejar de pedir platos italianos fuera de Italia, ya que lasañas comestibles solo son las que se hacen en Italia y las que hace Blanca.
Después me llevó a unas tiendas de ropa de segunda mano, donde vendían el kilo de ropa por 7 Euros. Lo más sorprendente es que dentro esta lleno de viejecitas de más de 70 anos mirando el mismo jersey que jóvenes de 20.

Pero quien me acogió en Varsovia fue Agnieszka, que está haciendo un master de arquitectura. Vive con sus padres, también arquitectos, igual que sus abuelos, en una casa a las a fueras de Varsovia, aunque diga que es Varsovia. Cada día tardaba más de una hora a su casa, primero metro, luego autobús, caminar un kilómetro por una misma calle, tocar el timbre de una verja oxidada y caminar 150 metros por un jardín lleno de hojas antes de llegar a la puerta de la casa donde una mezcla de San Bernardo con Rottweiler esperaba estirado en el porche.
Agnieszka llamaba a su casa de sus padres la Healthy house (la casa sana), ya que no había ni chocolate, ni galletas, ni papel de plata, ni microondas y ni siquiera tostadora.
La casa la habían ido arreglando con el tiempo, era una casa de madera que habían comprado hacía 20 anos. Tenía un ventanal en el comedor de la cocina donde se veía gran parte del jardín y las rosas que crecían al lado de la ventana.
Aun y estar Agnieszka muy ocupada ayudando a una amiga en su proyecto final de carrera, me llevo al Museo Nacional. Y me enseñó algunos pintores polacos que no aparecen en casi ningún libro de arte. Luego fuimos a una fiesta organizada por los estudiantes de arquitectura, en la misma facultad!!! No creo que en España sea posible montar una fiesta por la noche en la universidad.

Como ya estaba cansada de tantas paradas de autobús, tranvía y metro, y de tanta gente siempre en todos lados, decidí irme a Poznan, una ciudad pequeña a 3 horas de Varsovia.
Sólo sabia que en Poznan me recibiría Tomek y un concierto de música en vivo polaca en un bar del centro.

miércoles, octubre 20, 2010

Semana 2 - Café con leche y pastel de manzana en Cracovia

Los primeros días en Cracovia los pase entre grupos de escolares y grupos con guias de turistas. Hasta ese momento no me había dado cuenta que Wroclaw es muy poco turístico.Después de unos días, ya cansada de visitar el top10 de las guias de Cracovia, decidí cambiarme de casa de couchsurfer, ya que Pawel, el chico que me hospedaba, trabaja todo el día y no podía mostrarme la otra Cracovia. Así conocí a Sylwia, una chica de un pueblo a 60km de Cracovia. Pero que a los 12 anos sus padres la mandaron a estudiar a la ciudad. Según ella, no era porque no pudiera estudiar en su pueblo sino porque a sus padres les gustaba poder decir que su hija estaba estudiando en la ciudad.

Por la mañana del día siguiente fuimos a una exhibición de arte para niños. Pero cuando digo niños me refiero a niños de 5 anos!!! Cuando me lo propuso pensé que al menos podía ser mas divertido que oír a cuatro guias turísticos hablando en diferentes idiomas, en una sala del Wawel (castillo) de Cracovia. En una de las salas de la exhibición había una casita pequeña y con una llave que te daban, tenias que entrar y buscar la salida entre espejos y aranas de mentira. Había otra llena de humo, donde no se podía ver ni un metro de distancia. Pero lo mas divertido fue la ultima sala llena de pelotas cuadradas de espuma de colores y tamaños diferentes. La verdad es que no eramos los únicos mayores de 5 anos, bueno realmente solo había jóvenes veinteañeros, y en todo el rato que estuvimos no vi a ningún niño. Luego me llevo a un restaurante donde hacen unos menús super completos por 2,5 Euros, donde las sopas reaniman a los muertos y a los extranjeros en días fríos.
Sylwia parece tener un super imán con la gente. Antes de conocerla pensaba que sobretodo la gente mayor polaca eran un poco serios y poco extrovertido. Yo no se que hacia ella que todo el mundo se le ponía a hablar. Como la mujer que le vendió la luz para la bicicleta le hablo de música ucraniana, la señora que estaba sentada al lado nuestro en el restaurante sobre comida y el señor mayor con bici sobre lo bueno que es ir en bicicleta para salud. Todo esto yo no lo entendía, pero ellos pensaban que yo hablaba polaco y como no asentía y me limitaba a poner sonrisa de poker, a medida que avanzaba la conversación se dirigían mas a mi, mi miraban mas, gesticulaban mas. Pero yo continuaba sin saber que decir. La verdad es que lo pasaba fatal, pero intentaba imitar los gestos de Sylwia, si ella reía yo también, si asentía yo también y así...Según ella, lo mejor de Cracovia eran las cafeterías y después de recorrer con ella mas de media docena y probar diferentes cafés, tes y chocolates calientes con diferentes tartas, de doy toda la razón.

Era sábado y Sylwia se había ido a una boda junto con casi media Polonia que ese día también celebraba alguna boda. Entonces me quede los dos últimos días de Cracovia con Yasmine, una chica austriaca que había conocido. Tenia dos super bicis, que amaba mas que a sus futuros hijos. Con ellas fuimos por toda Cracovia, desde una conferencia en polaco sobre viajar, al viejo mercadillo de domingo y un montón de bares. En una de las veces ella me grito desde su bici Right (derecha) y yo entendí Straight (recto) y acabe yo en medio de un cruce entre tranvías y coches y con la rueda de la bici atrapada en el raíl del tranvía. Pero bueno en Cracovia parece que respetan un poco mas las bicis que en España y por eso todavía sigo viva.Después de tanto pedalear nos pusimos a hacer una mezcla entre pancake y creep, cuando se nos acabo la leche poníamos agua y poco a poco los pancakes eran mas aguados hasta que el estomago dijo basta.

Era de noche y había mucha mucha mucha niebla, iba hacia las montanas Trata en el coche de Marcin, el chico que me iba a hospedar en Zakopane. Y como el también estaba en Cracovia, visitando a sus padres, me había dicho que también me podía llevar en coche a Zakopane.Marcin ha hecho un par de veces el camino de Santiago desde Irún a Santiago. Y hace dos semanas fue de Polonia a Italia en bicicleta. Este mismo ano a abierto su propia tienda de ropa de deporte outlet en Zakopane y aun así ya tiene mil planes de abrir una agencia de viajes, una cafetería y un hotel. Se pasa el día riendo y haciendo bromas, aunque algunas no las entiendo.

Al día siguiente de llegar estaba todo lleno de niebla y hacia bastante frío y como ya empezaba a notar que el resfriado se acercaba, no salí mucho de la casa. Pero a la mañana siguiente ya no aguantaba mas encerrada y cogimos 4 bocadillos y un termo bien grande lleno de te y subimos a una montana. Aunque no hubo grandes vistas el camino entre los arboles de otoño era increíble con la niebla. Cuando regresamos me dio un trozo de la deliciosa tarta de queso de su madre y de la mermelada de ciruelas casera. Y confirme lo que llevo ya días pensando. Lo mejor de Polonia son los dulces caseros de las madres polacas.

Volvía a estar en un tren, esta vez hacia Varsovia. Y creo que ya puedo decir que al menos los interregionales que cojo nunca salen a la hora, siempre llegan tarde, las ventanas nunca cierran bien, la calefacción siempre esta tan alta que te olvidas que casi ya es invierno pero el paisaje siempre es maravilloso y lo compensa todo. De momento solo se que Varsovia me espera Agnieszka con su familia y que han dicho en las noticias que mañana saldrá el sol!

(perdonar por los acentos pero es que no tengo en el teclado y tengo que hacer copiar y pegar a cada uno, y seguro que me estoy dejando alguno)

miércoles, octubre 13, 2010

Semana 1 - Desde un 10° piso de los suburbios de Wroclaw

Después de casi 3 horas entre calles y buses, llegué a la última para da del bus 135, donde vivía Jacek, el chico de couchsurfing (www.couchsurfiing.org) que me iba a alojar. No podía haber tenido mejor recibimiento que unos Pierogi (parecidos a los raviolis o dumblings) hechos por su madre. Están hecho de masa de patata con bluberrys y queso dentro, y crema y azúcar por encima. En ese momento se me olvido las más de 10 personas a las que había tenido que preguntar donde paraba aquel bus y el par de kilómetros que había caminado con la mochila.
Jacek había pasado el ultimo año en Barcelona de Erasmus y hablaba un poco de castellano y catalán. En Wroclaw estudia en una de las ocho universidades públicas que hay, y por ser polaco tiene la educacion gratuita. Sus abuelos eran de Kviv, en el norte de la actual Ucrania. En 1945 con la nueva reestructuración de las fronteras, Lviv fue cedida a Ucrania. Si sus abuelos querían continuar siendo polacos tenían que mudarse.
Durante más de 200 años Wroclaw ha estado dominada por los prusianos y por toda la ciudad se encuentran muestras de ello, como en la facultad de arquitectura de 1903 donde hay inscritas en alemán unas palabras, junto con varios agujeros de bala.

Después de visitar un poco el centro, algunas de las 12 islas y algunos de los 120 puentes que tiene Wroclaw le pedia a Jacek que si me podia mostrar algún barrio que no estuviera tan arreglado o reconstruido. Me miro como si fuera un bicho muy muy raro y me dijo en su siempre entusiasta y positiva voz: "Por supuesto que te puedo ense
ñar algún barrio feo de la ciudad". Al día siguiente fuimos a desayunar aun Mleczny bar (MilkBar) donde a primera hora de la mañana se juntan los vagabundos con los ejecutivos y mas tarde lo invaden los estudiantes. Pidió 3 desayunos diferentes para que probara, y en total no costo más de 2,5 Euros. Luego fuimos a un barrio antiguo cercano al centro donde los edificios conservan su forma arquitectónica a pesar de la pintura descorchada, los balcones oxidados y las ventanas rotas. Después le dije que quería que me enseñara su universidad. Volvió a poner cara rara y me llevo.

Ya estábamos a sábado por la noche y quedamos con su novia Johanna y otra chica polaca Dorota y fuimos a una taberna toda de madera, con cada silla de estilo diferente e iluminada solo con velas. Pedimos un vino caliente, ya que aunque quisiera negarlos empezaba el frío que tenia claro que me acompa
ñará durante todo el viaje.

Sonó el timbre y era su hermana con su hijo recién nacido hac
ía unos meses. Jacek me dijo a escondidas que hoy su madre cocinaría, ya que solo cocina cuando viene su hermana o cuando él vuelve de viaje y le ha añorado. Esta vez fueron Pierogi Rusos o Tradicionales, solo rellenos de queso, y con crema, sal y pimienta por encima.

Eran casi las 16h cuando estábamos paseando cerca de su casa. Me habia dicho que había un cementerio abandonado cerca y decidimos ir. Tuvimos que saltar un muro de dos metros. Al otro lado había cientos de tumbas, algunas rotas, caídas, torcidas, invadidas por arbustos y hojas de los arboles ya en otoño. Algunas eran de antes de la primera guerra mundial, otras de la segunda. Aquí parece que todo ser rige según fue antes, durante o después de que gran guerra. Algunos panteones habían sido abiertos , algunos nombres apenas se veían debajo de tanta maleza. En nada ya había llenado mi tarjeta de la cámara de fotos.


Llegó el lunes, era hora de moverse. Desayune tarta de ciruelas hacha por su madre, un pancake y café de Jacek y unos cuantos abrazos.
Ya estábamos en Octubre, otoño en Polonia, y estaba en un tren hacia Cracovia. En la estación de Cracovia me estaba esperando desde hac
ía una hora Pawel. Los siguientes días los pasaría durmiendo en una hamaca y con dos gatos.